Creo que nadie pintó el mar con tanta intensidad y pasión como el español Joaquín Sorolla. Nacido en Valencia, conservó siempre una añoranza por las playas de su niñez. Es por eso que a lo largo de su vida y su obra este tema se repite constantemente.
Mares enfurecidos o en calma, desolados o llenos de niños jugando, bajo un cielo tormentoso o a pleno sol. Sorolla capta como nadie el movimiento de las olas, las texturas del agua, los distintos matices de color que cambian con las horas. Con pinceladas rápidas atrapa los efectos efímeros y huidizos del paisaje. Sus cuadros irradian luz.
“Me sería imposible pintar despacio al aire libre, aunque quisiera… No hay nada inmóvil en lo que nos rodea. El mar se riza a cada instante; la nube se deforma, al mudar de sitio […] pero aunque todo estuviera petrificado y fijo, bastaría que se moviera el sol, que lo hace de continuo, para dar diverso aspecto a las cosas… Hay que pintar deprisa, porque ¡cuánto se pierde, fugaz, que no vuelve a encontrarse!”
1. Citado por Bernardino de Pantorba en La vida y la obra de Joaquín Sorolla. Estudio biográfico y crítico.
En 2013 el Museo Sorolla organizó una maravillosa exposición titulada “Sorolla, el color del mar”, cuyo catálogo explora con profundidad la vinculación del artista con su tema preferido. Generosamente lo pusieron a disposición del público y puede descargarse gratuitamente desde AQUÍ