El mes de septiembre es sin dudas uno de los mejores momentos para visitar el Jardín Japonés de Buenos Aires. Azaleas, glicinas, magnolias y camelias salpican el paisaje con sus manchas de color y ofrecen un verdadero espectáculo para los sentidos.
Comenzó la primavera y en el jardín japonés las flores ya alegran la vista y perfuman el aire. El paseo se inicia por el sendero de azaleas, en el que uno se queda sin palabras ante tanta belleza. Los diferentes tonos de rosados, fucsias, rojos y blancos se van sucediendo ante nuestros ojos como pinceladas en un cuadro impresionista.
A mitad de camino una glorieta con glicinas invita a sentarse y dejarse envolver por su aroma. Y es que en el jardín japonés cada espacio está diseñado para ofrecer un momento de contemplación y paz, en plena conexión con la naturaleza.
Un poco de historia
El jardín fue inaugurado en 1967, en ocasión de la primera visita al país de miembros de la familia imperial: el príncipe heredero Akihito y su esposa Michiko. Orgullosos por este evento sin precedentes, la colectividad japonesa en Argentina logró juntar los fondos y crear este lugar único en Buenos Aires.
Los años pasaron y el jardín fue creciendo cada vez más. Se incorporaron nuevas especies, muchas autóctonas de nuestro país, alcanzando una síntesis que lo vuelve único en el mundo. En cada estación hay algo nuevo para descubrir, y mientras en invierno los cerezos son los protagonistas indiscutidos, en primavera y verano las plantas florecen escalonadamente, regalándonos cada mes un nuevo color.
Así llegaran en octubre los lirios amarillos y las rosas, en noviembre el jacarandá, en diciembre las hortensias. Como para que nunca nos falte un motivo para volver a recorrer sus senderos y dejarnos sorprender por la belleza de la naturaleza.
El jardín japonés está ubicado en Av. Casares 2966 y abre todos los días de 10 a 18 hs. Se puede chequear el valor actualizado de la entrada en su sitio web www.jardinjapones.org.ar y en su cuenta de instagram.