Quizás sea por sus calles empedradas que obligan a retardar el paso, o por sus elegantes casonas de estilo inglés, o por la majestuosidad de las copas de sus árboles, que se abrazan en lo alto formando un cielo verde; lo cierto es que Belgrano R es sin duda uno de los barrios más lindos de Buenos Aires.

Hay pocas cosas que disfrute más en esta ciudad que caminarla. Calzar las zapatillas en un domingo soleado y dejarme perder entre sus calles. Y en estos días de otoño el placer es mayor, con el crujir de las hojas bajo mis pies y la canción suave del viento entre los árboles.

Basta cruzar las vías del tren para dejar atrás el bullicio de la Avenida Cabildo y adentrarse en un enclave silencioso, casi detenido en el tiempo. Justamente, Belgrano R se fundó alrededor de su estación -de allí su nombre- y se fue poblando con los trabajadores británicos del ferrocarril, quienes dejaron su huella en la arquitectura, con su típico estilo tudor y su distinguido aire inglés.

Hoy estas casas subsisten al paso de los años y los intereses inmobiliarios, dándole al barrio su sello particular. Uno puede encontrarlas a lo largo de la Avenida Melián, donde las tipas se alzan a través de sus troncos sinuosos formando una bóveda de un verde intenso, a la vez que proyectan sobre las fachadas un singular juego de luces y sombras.

En otras calles, como Virrey del Pino o Avenida Forest, se destacan los corredores de plátanos, que en estos meses dejan su alfombra en la vereda. En los días de sol, la luz se filtra entre el follaje, titilando en un sinfín de amarillos, ocres y naranjas.

Lo mejor es andar sin brújulas y dejarnos sorprender por lo que nos espera a la vuelta de la esquina. Antes que el frío del invierno arrastre las últimas hojas, disfrutemos estos breves espectáculos que la ciudad nos regala.